Una Fe no fingida

2 Timoteo 1:1-5

1 “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, 

2 a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

3 Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; 

4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; 

5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.

Vemos aquí tres nombres importantes: El primero es Loida ¿Quien fue ella? Pablo escribió la segunda carta a Timoteo e hizo mención de la abuela de Timoteo que fue Loida. El segundo nombre es Eunice. Ella fue la mamá de Timoteo. El tercero es el de Timoteo “y estoy seguro que en ti también” ¿Qué es lo que encontró Pablo en Loida, Eunice y Timoteo? Dice la Biblia “trayendo a la memoria la fe ” de tal manera que Pablo encontró algo muy importante que es la fe.

En Loida habitó algo muy especial: Fe. Y esta fe que menciona Pablo habitó en ella. ¿Qué es habitar? Si tú habitas en una casa es que dentro de esta casa vives, duermes, convives, comes. Entonces esta fe que había en Loida habitaba en ella. ¿Sabes que cada uno de nosotros tenemos un impacto en las siguientes generaciones? Quizás no tenemos un impacto en nuestros vecinos o una influencia en nuestros amigos, pero tenemos una influencia en nuestros hijos y la hija de Loida era Eunice y esta fe que habitó en Loida se la dio a Eunice, como diciéndole: “Esta fe es importante, te va a ayudar”. Cuando Loida dio la fe a su hija Eunice, dijo: “Hija, esta fe es importante, te va a ayudar a seguir adelante, no pongas tu fe en nadie más, solamente hay un Dios”. Loida pudo haber olvidado, pudo haber perdido la fe, pudo haber dicho: “Alguien me decepcionó en la iglesia, alguien me maltrató, alguien me habló mal”. Como Ana cuando entró al templo y oró y el pastor de la iglesia la regañó y le dijo borracha. Quizás algo pudo haber pasado en la vida de Loida que ella pudo haber tomado esa fe y pudo haberla tirado.

En ocasiones tenemos ganas de tirar nuestra fe, queremos decir: “Ya no quiero seguir adelante, ya no quiero leer mi Biblia, ya no quiero orar, siempre estoy pidiendo y no veo a Dios”; pero Loida no tiró su fe, sino la abrazó, ella permaneció con su fe, después se la dio a Eunice. Eunice vio la vida de su mamá, vio como llegaba a la iglesia, como oraba a Dios. Ella vio algo muy importante en la vida de Loida, que esa fe era verdadera, era una fe genuina.

trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”. Pablo dice: Pude ver cómo esa fe, no solamente habitó con tu abuela, también con Eunice y estoy seguro que en ti también. Timoteo vio a su abuela con esa fe, a su mamá y que la fe que ella tenía es una fe verdadera. Nuestra fe genuina es aquella que es verdadera y que no se quebranta fácilmente, es una fe que permanece, es una fe de un cristiano que quiere demostrar que esa fe es real. 

Nuestros hijos saben cuando nosotros no somos de a deveras, saben que a lo mejor al principio estamos pretendiendo que amamos a Dios, pero al final no es cierto, podemos pretender por un rato que somos cristianos pero nuestros hijos se dan cuenta realmente de nuestra fe y por eso es importante que nuestra fe sea una fe genuina, que ellos puedan ver esa fe. Timoteo podía casi casi palpar esa fe y decir: Esa fe es real. Mi mamá tenía una fe que era real, no era de mentiras, no era fingida, era una fe real. 

¿Qué ayudó a Loida para poder dar esa fe? Creo que una de las cosas que ayudó es que Loida, siendo la abuela, sabía que su fe influenciaba, sabía que su fe podía ayudar a las generaciones por venir, sabía que su fe podía contagiar a otros. Cuando estás orando y Dios te contesta y alguien más ve esas oraciones contestadas vas a ayudar a otros porque esa fe se puede contagiar. Una fe no fingida es una fe genuina, verdadera, es una fe fuerte en el Señor.

Pero ¿qué era lo que tenía Loida? No solamente estaba pensando en ella misma, estaba pensando en su hija Eunice. Cuando somos egoístas solo pensamos en nosotros mismos. El egoísmo es pensar en nosotros mismos y hace que tomemos decisiones que pensamos que solamente son buenas para nosotros y no importa si afecta a nuestros hijos o nietos. El egoísmo va a impedir que podamos compartir nuestra fe con los demás, va a detener nuestra fe. 

La fe de Loida tenía que ser pasada a Eunice y fue pasada a timoteo y cuando él obtiene esa fe dice Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Timoteo recibiendo la fe podía ver lo que esa fe había hecho en su mamá, podía ver lo que esa fe había hecho en su abuela. ¿Qué podemos hacer? Dice Romanos Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Cuando vemos la fe de alguien más eso fortalece nuestra fe. Cuando vemos en su palabra lo que Dios ha hecho con alguien más, eso fortalece nuestra fe. ¿Cómo vamos a fortalecer nuestra fe? Con una fe genuina y ¿Dónde podemos encontrar la fe genuina? Quizás dices: “Pastor, yo no tengo una mamá como Eunice, no tengo una abuela como Loida”, pero dice la Biblia que podemos ir a su palabra y es a través de su palabra que nuestra fe se incrementa, no tienes que esperar a una Eunice o a una Loida, sino que puedes poner tu fe en Dios por la influencia de Su palabra, que es lo que tenía Loida. No dice que ella tenía a su abuela, ella comenzó de cero y hay muchos que comenzaron de cero, en donde son la primera generación, en donde nadie más ha sido cristiano y tienes que aferrarte bien fuerte de una fe genuina.

Tu fe se fortalece cuando lees la Biblia y cuando ves la fe de otros. Timoteo vio la fe de su abuela, de su mamá. ¿Sabes qué mamá? Tus hijos están viendo tu fe. Abuelita, tus nietos están viendo tu fe. No es tiempo para que nuestra fe desmaye, disminuya o mengue.

2 Timoteo 1:6 dice: Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”. En otras palabras, nuestra fe es como un fuego, como leña, como las brasas, no siempre están a lo máximo, habrá tiempos en que ese fuego va a ser muy grande y a veces pequeño, porque Pablo le dice a Timoteo: Aviva el fuego. Nuestra fe es como fuego. En ocasiones tenemos que echarle más leña, más carbón ¿Quién sabe cómo está ese fuego en ti? La única persona que sabe cómo está ese fuego eres tú. Si sabes que ese fuego está disminuyendo, no esperes a que se apague.

Levitico 6:12-13 dice: Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.Esa leña se tenía que poner en ese fuego cada mañana. Cada mañana tenemos que ponerle leña a nuestra fe. Tenemos que regresar a Dios y echarle leña porque el fuego está disminuyendo. Pablo le dice a Timoteo: “Esa fe que tienes estaba en tu abuela, en tu madre y ahora en ti, acuérdate de que era una fe verdadera, ahora tienes que acordarte de echarle leña, tienes que mantenerla prendida”. ¿Cuántos de nosotros hemos dejado que esa leña se apague? Nuestra fe es medible porque nosotros mismos sabemos si estamos leyendo nuestra Biblia, si estamos orando, si estamos siendo fieles a Dios, si estamos viniendo a la iglesia, qué tanto estamos haciendo por Dios eso determina mucho de la fe que tenemos en nuestra vida.

Si nos la pasamos en el mundo desperdiciando nuestra vida, eso quiere decir que nuestra fe está por los suelos, pero si cada mañana estamos buscando a Dios, estamos leyendo su Palabra, estamos orando, viendo oraciones contestadas, tenemos gozo en nuestro corazón podemos medir nuestra fe. Nuestra fe es medible en lo que hacemos. Sabemos si estamos dejando su palabra, si estamos dejando de orar, sabemos cómo está nuestra vida espiritual.

Pablo dice que esa fe genuina la admiremos, valorala, que no dejemos que se apague, échale mas leña, lee más la Biblia, acércate más a Dios. 2 Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. El Espíritu Santo de Dios que vive en cada uno de nosotros hace ciertas funciones y él no es un espíritu de cobardía sino de poder. Romanos 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. Pablo dice que no se iba a avergonzar del evangelio porque es poder de Dios para salvación.

El versículo 8 de 2 Timoteo 1 dice: Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe? Nuestra fe puede ser fortalecida cuando vemos la fe genuina de otros. Por ejemplo, cuando leemos la biografía de algún misionero como William Carey, Adoniram Judson, lo que hizo Dios en Hudson Taylor y vemos que si Dios lo pudo hacer con ellos lo puede hacer con nosotros, y si Timoteo veía la fe de su abuela y de su mamá sabía que también lo podía hacer con él. Cuando le echamos leña a nuestro fuego fortalecemos nuestra fe, pero también cuando nosotros no nos avergonzamos del evangelio. Pablo dice a Timoteo: “Dios no quiere que seas un cobarde porque Dios no te hizo que tuvieras miedo, al contrario, su Espíritu es poder para que compartas el evangelio, amor para que ames al que está perdido, dominio propio para que tu puedas decir: Voy a compartir”. Entre más avergonzados estamos de Cristo, entre más pena nos da que otros nos identifiquen como cristianos, entre más nos escondemos, nuestra fe más pequeña será.

Al principio cuando fuiste salvo decías: “Soy cristiano, le voy a decir  a mi familia, le voy a decir a todo el mundo” y pasa un año y se comienza a olvidar, ya no te acuerdas, quizás regresas un poco al mundo y ya no quieres seguir adelante, ya no quieres compartir. Lo mejor que puedes hacer es no avergonzarte de que eres cristiano y que el evangelio es poder de Dios. En el momento en que dices a otros que eres cristiano y compartes el evangelio estás fortaleciendo tu fe.

Pablo le dice a Timoteo: No te avergüences de dar testimonio del Señor. Timoteo fue un tremendo cristiano que tuvo la bendición de tener una tremenda mamá y abuela con una fe que era genuina. Esa fe la tomó Timoteo y la predicó, la vivió, le echó fuego y siguió adelante con esa fe.

Que Dios nos ayude a tomar la fe que tenemos y decir: “La vamos a fortalecer por nuestros hijos, por nuestras generaciones, le vamos a echar leña para que saque más fuego y no nos vamos a avergonzar de nuestro Cristo porque él no se avergüenza de nosotros”. Imagínate que lleguemos al cielo y Pedro diga: Señor, aquí está Lucas, ¿Lo conoces? y el Señor diga: “No lo conozco, echenlo al infierno”. ¿Te gustaría? Dice la Biblia: “Cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”. ¿Sabes que parte de la salvación es hacer de manera pública que somos cristianos? 

Que Dios nos ayude y fortalezca nuestra fe.