Un Padre es Siempre Necesario

Un padre siempre es necesario. Desafortunadamente nuestra sociedad está empeorando, los valores se han perdido. Antes, levantarle la voz a mamá y a papá le aseguraba un buen cachetadón, algunos dientes caídos. Recuerdo mis días de infancia en la iglesia sentado en las sillas de la congregación estarme moviendo, estar distraído me aseguraba un buen pellizco de parte de mi papá, me decía: “Llegando a la casa vamos a hablar tú y yo”, y sabía que era un castigo seguro. Si llegaba de la escuela con un recado de mala conducta o que no hice la tarea era escuchar: “Vas a ver cuando llegue tu papá”. Era un martirio esperar la llegada de papá porque sabía que mamá pegaba, pero papá en serio pegaba y el brazo de papá era más duro y yo prefería que mamá me pegara.

Como hijo de una familia cristiana puedo decirte y darte testimonio de que papá estuvo ausente de nuestra casa. Papá tenía tiempo para trabajar, para hacer sus labores, pero cuando necesitábamos a papá, él siempre estaba en casa. Cuando se necesitaba que alguien cambiara el foco, papá estaba; cuando el drenaje se tapaba, papá ahí estaba. Crecí pensando que mi papá sabía todo, que era un todólogo hasta que un día crecí y me di cuenta que papá no lo puede todo, que también se cansa, que a veces anda de malas, que a veces no tiene respuestas para todas las preguntas, que a veces está triste aunque lo oculte, pero entendí que hay razones suficientes para sentir tristeza, entendí que también se enoja, que no podía con todo él solo, encontraba consuelo en los brazos de mamá, mi mamá lo hacía fuerte. 

Ahora soy papá y la he regado, tengo tres hijos y los tres tienen una personalidad diferente uno del otro, llevan mi apellido los tres, pero se portan muy diferente. Son diferentes, pero a los tres los amo. Puedes preguntarme si soy el mejor papá para ellos y no lo soy, sigo aprendiendo escuchándolos, pero me he dado cuenta que un papá siempre es necesario.

¿Qué sería de la vida de mis hijos si yo no estuviera con ellos? Se habla mucho de la mamá y la mamá es preciosa, es una gran bendición, pero te has preguntado papá ¿Qué sería de tus hijos si los dejas? ¿Qué sería si papá no estuviera? Algunos han crecido sin papá y es difícil, es trágico cuando papá no está en casa porque papá siempre es necesario. El hombre por naturaleza es un poco más duro, más tosco, no es tan sentimental como mamá. A mi hija se le cayó su primer diente y mi esposa lo tiene guardado como un trofeo, apuntó la fecha y le tomó una foto. Yo digo que es un diente y le va a salir otro.

Un papá es más tosco. Para jugar entre más alto mejor, entre más lodo mejor “súbete a la bicicleta porque cayendo se aprende” y “cállate, no chilles”. Pero a veces por lo tosco que somos, pensamos que no somos tan necesarios. Pensamos que no es tan necesario en la vida familiar un papá como lo es una mamá, pero la verdad es que un papá es muy necesario.

En el diseño original de Dios, la cabeza del hogar es el padre, el hombre. En el diseño original de Dios está un papá, una mamá y los hijos. La sociedad pervertida ha tratado de cambiar este hermoso diseño, de cambiar la estructura de Dios, y decirle: “Dios, te has equivocado,  podemos hacer lo que queremos, podemos hacer y deshacer”. Pero el diseño original de Dios para la familia es perfecto y en ese diseño aparece un papá que es muy necesario en el hogar.

Lucas 8:40 dice: Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban”. El Señor Jesucristo ha comenzado su ministerio y ha comenzado a predicar y dice la Escritura que su fama se ha esparcido por todas las comunidades y por todos los pueblos, han escuchado de ese hombre que hacía milagros, que sanaba enfermos, que alimentaba multitudes y que cuando enseñaba es como quien tiene autoridad y entre esa multitud un hombre llamado Jairo había escuchado de Jesús. Un principal de la sinagoga escuchó lo que Jesús podía hacer. Jairo era un hombre con buena posición que tenía el respeto del pueblo. Jairo era un hombre que cuidaba el orden de la sinagoga y si tú ibas a la sinagoga y tu chamaco corría como loco él lo regañaba y te regañaba a ti porque en la sinagoga se guarda respeto. Si se te ocurría tirar basura te ibas a enfrentar con Jairo. Jairo mantenía el orden, era un hombre respetado por todo el pueblo. Pero fuera de su vida laboral, Jairo era un padre de familia, tenía una hija única.

Desafortunadamente, este padre se topó con el miedo de todos los padres: un hijo enfermo. Un hijo enfermo es un dolor para el padre, es una angustia para los padres. Por más fuerte que te hagas como varón, por más fuerte que te quieras ver, te rompe el corazón ver un hijo enfermo. Hace unas semanas, mi hijo bebé se enfermó, pensamos que tenía una pequeña gripa, pero no se alivió. Mi esposa me dijo que lo lleváramos al doctor y oramos buscando la dirección de Dios. El pediatra que lo atendió inmediatamente cuando lo vio dijo: “Este niño viene mal” y tomaron unas radiografías y tenía una bacteria que estaba cerrando su garganta y si no mejoraba para la noche, el niño tenía que ser entubado. Cuando escuché eso pensé: ¿Entubar a mi hijo? ¿Está en riesgo su vida? Después de recibir esa noticia choqué con una puerta que ni se movía, mi camioneta tiene un raspón. Eso me alteró y me quitó la paz. Gracias a Dios el niño no tuvo que ser entubado y está mejor, pero un hijo te preocupa.

Jairo recibió una noticia terrible: “Tu hija está enferma”. Después de su día de trabajo encontró a su esposa preocupada. Jairo tenía dinero, ¿Crees que no le habían hecho la lucha por medicamentos y doctores? Pero nada había funcionado. “Jairo, ¿Qué hacemos?” Jairo era el papá, era la cabeza, era el que tomaba decisiones en casa, era el que guiaba a su familia, pero él dijo: “Yo escuché que Jesús sana enfermos, tiene poder”. 

Un padre siempre es necesario, pero un padre responsable, que sepa el papel que le corresponde en casa como padre, no un padre atenido, conformista que le dice a la mujer: “Mujer, pues ahí ve como le haces”, “tú llévalo”, “tú ve a la escuela”, “llévalo al peluquero”. Un hombre que se deslinda de sus responsabilidades no es un buen padre.

Un padre es necesario, pero un padre responsable, que sepa dónde está su lugar en la familia como cabeza del hogar, y yo quiero ser ese padre. Jairo nos da ejemplo de un padre responsable, de un padre con conciencia familiar, no un padre despreocupado. ¿Por qué conciencia familiar? Porque sabía que los problemas de familia le tocaban a él resolverlo, buscarle solución a esos problemas. Jairo llegaba de su trabajo a su casa, quizás cansado, agobiado, fastidiado, no lo sé, pero llegaba esperando una buena comida, un buen descanso, pero encontró una mala noticia: “La niña está enferma, no se le baja la fiebre”. Un padre despreocupado diría: “Ahí déjala, dame de comer primero. Déjala que se duerma, dale un tecito, dame de comer, estoy muy cansado”. Ese sería un padre despreocupado porque piensa primero en sí mismo, piensa primero en su barriga, en su bienestar olvidándose del bienestar de su familia, olvidándose de las prioridades, de los hijos y de la ayuda idónea que Dios le ha dado. 

Jairo salió para traer la ayuda a casa, era un padre con conciencia familiar. Dice Lucas 8:41 Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa”. Jairo se humilló por buscar el bien de su familia, él entendió que la única ayuda estaba en Jesús y dijo: “Voy a hacer todo lo necesario para que Jesus venga a mi casa”. Un padre siempre es necesario, pero un padre con conciencia familiar. Padres irresponsables, desafortunadamente, hay muchos. La sociedad se está degradando cada día más. Hoy en día van por las calles gritando a los cuatro vientos que la familia no tiene que estar formada de un padre y una madre, que no se necesita ser dirigida por un hombre. Esa es la idea del mundo. Bíblicamente un hombre responsable siempre es necesario. 

En la sociedad moderna un padre puede estar en el hogar, pero no puede tener una conciencia de familia, puede traer a casa cosas que no debe como cervezas, drogas, problemas, malos ratos porque llega a casa y comienza a pelear, gritar y maldecir, y cuántas esposas e hijos no desean la hora que llega el marido porque llega borracho, lo regañaron en el trabajo y viene a desquitarse con la familia. Una de las cosas que mi papá me enseñó fue: “Hijo, los problemas del trabajo déjelos allá, a su casa no lleve problemas, que su familia no tiene la culpa de nada. Si la regó en el trabajo arregle los problemas en el trabajo”. Pero a veces hay padres que no tienen conciencia familiar y traen problemas ajenos, traen vicios, personas que no deben estar en casa porque son un mal ejemplo. ¿Qué llevó a casa Jairo?

Jairo salió buscando a Jesús para llevarlo a casa. Un padre que lleva a Jesús a casa es un padre responsable. No esperes que la mujer lleve a los niños a Jesús, no le dejes todo el trabajo a la mujer. Leeles la Biblia, leeles un cuento antes de dormir, cantales. Jairo tenía criados, ¿qué le costaba mandar a los criados a buscar a Jesús?, pero no era el deber de los criados; Jairo tenía la responsabilidad. En momentos difíciles Jairo tomaba las riendas de su casa, no mandaba a la mujer, él iba a buscar la ayuda necesaria y llevó a Jesús a su casa.

Dice la palabra de Dios en los versículos 42-45 “porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprimía. Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.  Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Imagínate, a Jairo le acaban de decir que su hija estaba muriendo y él encontró a Jesús, a ese hombre del que todos hablaban, que sanaba enfermos, y se postró ante él y le dijo: “Ven a mi casa, tengo una hija que está enferma, y sé que tu la puedes sanar”, y él accedió, pero mientras iban de camino, la multitud le apretaba.

Había una mujer enferma con flujo de sangre no había podido encontrar cura, su dinero ya lo había gastado en todo cuanto los médicos ya le habían dicho. Esta mujer muestra un sentir de inferioridad, al no sentirse digna de detener el camino de Jesús. “¿Quién soy yo para que Jesús me atienda? No va a escuchar mi voz. Aparte escuché que una niña está enferma y va a mirarla. Yo creo que nada más con tocar su manto seré sana”; y entre la multitud se abrió espacio para llegar a Jesús y tocando el manto de Jesús, quedó libre de su enfermedad. Sin embargo, Jesus no la ignoró, se detuvo, y preguntó: ¿Quién me tocó? ¿Tu crees que no sabía? Él sabía. Pedro le dijo:” Estás viendo que todo mundo te está apretando y dices ¿quién te tocó?” pero Jesús dijo: “Alguien me tocó porque poder salió de mí”. Esta mujer vino y se postró a los pies del Maestro y le dijo el porqué lo tocó y lo que sucedió en su cuerpo. ¿Cuánto tiempo crees que llevaban parados? ¿Puedes imaginar a Jairo?

Jairo estaba parado, tranquilo, no presionando a Jesús, sino mirando cómo Jesús había hecho un milagro y como perdonaba los pecados de esta mujer. El corazón de Jairo estaba en casa con su hija, su deseo es que Jesús ya llegara, pero él permaneció paciente esperando a Jesús. Justo cuando Jesús terminó de hablar con esta mujer, la peor noticia que todo padre pudiera recibir: “Jairo, tu hija ya murió; ya no molestes al maestro”. Yo no me imagino esas noticias como papá. El corazón de Jairo acababa de ser destrozado, se acaba de partir al escuchar que su hija ha muerto. Las palabras de Jesús le dicen: “No temas, yo estoy contigo. ¿No sabes quien soy? Tú solo debes tener fe. Todo va a salir bien”. Jairo se armó de valor  y creyó a la palabra del Señor y continuó su camino a casa. Un camino difícil donde la mente le está jugando chueco, imaginando llegar a su casa y mirar el cuerpo de la pequeña. Es algo difícil de imaginar. Pero ahí iba Jairo, un hombre de fe, que creyó en la palabra del Señor

Un padre es necesario, pero un padre de fe, un padre que crea a la voz del Señor, no un padre que estorbe a la voz del Señor, no un padre que se deje dominar por sus miedos y emociones, no un padre que quiera alejarse de Jesús cuando todo parece perdido, sino que en los momentos más difíciles más firme esté en Jesús. Ese es el padre que se necesita en casa. No un padre que a la primera corre, que a la primera se desanime, no un padre que diga “ya no vamos a ir a la iglesia, ya no quiero que lleves a los niños a la iglesia”. Yo no quiero un padre que diga: “Los pastores se mueren de hambre. No le sirvas a Dios porque te va a ir mal”. Un padre es necesario en casa, pero un padre de fe, un padre que le crea a la palabra de Dios, no un padre que estorbe a la voz del Señor.

Jairo creyó a la palabra de Dios y al llegar a casa se encontró con la más terrible escena, una mujer llorando desconsolada y una hija tirada en cama muerta, mientras que sus familiares y amigos lloraban lamentándose la pérdida de esta pequeña. Jesús al decirles: “¿Por qué lloran? Ella no está muerta”, comenzaron a burlarse. Sin embargo, Jesús le mostró a Jairo que su hija no estaba muerta. Ese día Jairo experimentó un gran milagro, volvió a tener en sus brazos a su pequeña, más agradecido con el Señor no podía estar y este padre obtuvo una gran bendición.

Jairo fue un padre que no estorbó a Jesús. Sin embargo hay tantos casos que el padre no le cree a Dios y estorba el camino del Señor, llegan a una edad adulta donde ven a sus hijos tomar malas decisiones y se rascan la cabeza preguntando: “¿Qué pasó? Yo no eduqué a mi hijo para que fuera drogadicto. Yo no eduqué a mi hija para que fuera prostituta”. ¿Alguien está educando a su hija para eso? No. Entonces, ¿por qué hay prostitutas en el mundo? ¿por qué hay asesinos en el mundo? Si papá no los educó para ser asesinos. Muchas veces nuestra falta de fe estorba para que la gracia de Dios sea manifestada en la vida de nuestra familia. Yo soy la cabeza del hogar, soy el responsable de guiar a mi familia, a conducirlos en el camino del Señor, de llevarlos ante el trono de la gracia, yo soy responsable de que Jesús esté en medio de mi familia. 

Se necesita un padre responsable en su labor que Dios le ha otorgado, orar por sus hijos, velar por su bienestar, alimentar a su familia, trabajar por ellos, guiarlos y aconsejarlos. Papá, eres necesario en casa. No te ausentes, no te escondas, no deslindes responsabilidades a tu mujer, ella no es la cabeza del hogar, tú lo eres. Si tus hijos ya se fueron de la casa, tu oración sigue siendo necesaria, tus consejos siguen siendo necesarios, tu exhortación sigue siendo necesaria. Un padre siempre será necesario. Yo soy adulto y tengo hijos, pero ¿sabes que a veces tengo que hablar con mi papá todavía? Todavía me hace bien sentir que tengo a mi papá disponible para lo que necesite preguntarle. Un papá siempre es necesario. 

Ser papá es una bendición, es algo precioso, es algo hermoso. ¡Cuán privilegiados somos de ser padres, es el regalo que Dios nos ha dado! Papá, eres necesario en casa, tus oraciones son necesarias, tu consejo es necesario, tu trabajo es necesario, tu guía es necesaria, tu reprensión es necesaria, tu sonrisa, tus chistes, tu amabilidad son necesarias en casa. Haz fuerte a tu casa, a tu esposa y dile: “Aquí estoy contigo”. Hazte el mejor amigo de tus hijos, ámalos, disfrútalos porque los años van pasando, un día se irán de casa, un día se van a ir, pero el amor que nos une es un amor inquebrantable.  No permitas que las decisiones arruinen a tu familia. Eres muy necesario en sus vidas como lo eres en la vida de tu esposa, eres un hombre con una gran bendición, pero también con una gran responsabilidad. Ama a tu familia.

Bendito sea el nombre de Dios que nos ha dado la oportunidad de ser padres, pero seamos buenos padres. Tú eres muy necesario en casa.