No Ser de Tropiezo

Mateo 18:1-14

1 “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? 

2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 

3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 

4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. 

5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.

6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.

7 ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 

8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 

9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 

11 Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. 

12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? 

13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 

14 Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”

La parábola de la oveja perdida es sin duda una de las enseñanzas más amorosa, más tierna, más piadosa, más bella conforme al amor de Dios hacia sus hijos. Desafortunadamente, a veces las ovejas pueden descarriarse, pero gracias a Dios tenemos un Pastor, un Dios que nos busca, que nos levanta, que nos restaura y nos cura, y se echa a los hombros y se regocija más por aquella oveja que se ha perdido que por las noventa y nueve que están en el redil. Eso es algo que nos debe llenar de gratitud y ferviente amor.

Dicen los versículos 12-14 “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.” 

Como seres humanos a veces podemos llegar a descarriarnos. El Señor no nos dice que tipo de situación hubo para que la oveja se descarriara, simplemente que Él fue por los montes, la encontró y la regresó al redil. El drama de la parábola es que el Pastor busca a la perdida.

Cristo nos llama y dentro de nosotros sentimos el llamado del Señor y sabemos que no estamos haciendo bien, nos damos cuenta que no está bien lo que hacemos ante los ojos de Dios y vamos y nos perdemos. Recordamos, así como el hijo pródigo, que dijo: “Me regresaré a la casa de mi padre.” Y el padre lo recibe con los brazos abiertos. Y cuando nos descarriamos, el Señor va por nosotros y nos recoge y nos lleva otra vez al redil. ¡Gracias a Dios por eso! Cristo se regocija, y nos dice claramente que vendrán tropiezos, pero Él está ahí para buscarnos, para ir por los montes y tomarnos, Él siempre estará buscando por nosotros ¿por qué? Porque es un Dios de amor y comprensión. Y el desarrollo de la parábola nos enseña cómo el Señor nos ama y busca.

En Mateo 18:3-5 dice “y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” Y el Señor nos da otra enseñanza bien importante, la cual es que un niño es un alma pura y que todo cree y nos dice que seamos como niños, un alma inocente, tiernos para recibir la palabra de Dios. En el versículo 6 dice: Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. La enseñanza que nos está dando aquí es que primero seamos como niño, pero en el versículo 6 dice: “de estos pequeños […]” como alguien que es nuevo en la fe, pero algo bien importante es no hacerlos tropezar y la palabra de Dios nos dice claramente: Si haces tropezar a uno de estos pequeños, mejor ponte una piedra y arrójate al fondo del mar.

No podemos ser tropiezo para aquellos hermanos que están creciendo en la fe. Nosotros como cristianos maduros tenemos que tener esa fortaleza de ir y estar en posición en lo cual no debemos hacer tropezar a aquellos que son nuevos en la fe y mucho menos con los que no son en la fe. No debemos hacer tropezar a nuestros jóvenes, a nuestros niños. A veces como maestros de niños y jóvenes no preparamos la clase, leemos dos o tres versículos y decimos que ya tenemos la clase para los niños. Ellos nos van a representar en un futuro, los jóvenes son los futuros líderes de nuestras iglesias, debemos prepararnos para enseñarles una buena clase a ellos para que sigan creciendo y fortaleciendo y que ellos no hagan tropezar a otros.

Es muy importante no hacer caer a los pequeños, tampoco hacerlos pecar. Podemos a veces mal aconsejar y esa persona puede tomar una mala decisión y puede romper su comunión con Dios. Muchas veces decimos malas cosas, malas palabras y ahí está una persona nueva que escucha y dice: “Ah, sí así son los cristianos…” Es cuando el nombre de Dios es pisoteado porque hacemos cosas que no están bien y otras personas  ven nuestros malos actos y ellos dicen “No quiero nada con el cristianismo.”

Conozco a dos hermanos. Uno es de la religión tradicional, es católico, y el otro es pastor. Estos dos hermanos tienen su casa juntos y comparten un estacionamiento, este estacionamiento está en discordia entre los dos. Están peleando por un pedazo donde caben dos coches. Y el que es inconverso dice: “Yo no te lo estoy quitando, simplemente voy a poner una malla.” Pero el que es pastor dice que el otro se lo quiere quitar y ya quitó la malla y le declaró la guerra a su hermano. Y un tercer hermano creyó, fue bautizado y fue con su hermano el inconverso y le dice: “Gloria a Dios. Hoy me bautizó nuestro hermano” y este le respondió: “A mí en la mañana me estaba declarando la guerra y a ti en la tarde te estaba bautizando.” ¿Te imaginas el testimonio? ¿Te imaginas hacer tropezar a un inconverso el cual dice que no quiere saber nada de cristianismo por su hermano? Y a veces es cuando decimos: ¿Cómo puede ser posible que una persona que se dice ser pastor en lo cual dice conocer los requisitos del obispo, a no ser pendenciero ser así? 

Dice la Biblia que tenemos que ir y ponernos a cuenta con nuestro hermano y después regresar con Dios después de haber dejado la ofrenda. Y se duele uno cuando el nombre del Señor es pisoteado. Hay que fortalecernos y no ser cristianos tibios y no pisotear la sangre de Cristo. A muchos cristianos les gusta el cristianismo light, para que ellos puedan hacer lo que ellos quieren. Los domingos son unos ángeles en la iglesia, pero entre semana son ángeles caídos para ellos dice el versículo 6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.

Cuando lleguemos a estar en la situación en la cual nuestro corazón está lleno de perversidad y que pensamos que Dios no nos está viendo, es mejor amarrarnos una piedra de molino y echarnos a lo profundo del mar. La piedra de molino era una piedra tan grande que solo el asno podía moverla para moler el grano. El Señor nos dice que es mejor aventarnos al fondo del mar que hacer tropezar a una persona. El Señor está restaurando la oveja que estuvo entre los montes y luego llegamos nosotros y la hacemos tropezar; Él la rescata y nosotros la hacemos tropezar; Él la limpia y nosotros la volvemos a manchar.

A veces hacemos tropezar a las personas conscientemente, sabemos que lo que vamos a hacer no está bien. Sabemos que nuestros hechos van a tener consecuencia, pero lo hacemos y hacemos tropezar a nuevos creyentes. A veces lo hacemos inconscientemente y hacemos tropezar a los nuevos creyentes. Como varón, como hombre de la casa, también hacemos tropezar a nuestra familia. Por nuestra forma de ser, ásperos, somos groseros, a veces humillamos a nuestra esposa y le decimos un montón de cosas y ellas nos están mirando, y gracias a Dios por las hermanas que están fuertes en la fe y siguen orando por sus maridos inconversos. Y varón, tenemos que tener cuidado, cuidado con que lleguemos a la iglesia y estemos atentos con las hermanas y en casa somos ogros con nuestras esposa. El Señor está mirando.

Debemos recordar que cada vez que queramos hacer tropezar a uno de estos pequeños, cada vez que queremos conscientemente o inconsciente hacer tropezar a nuestra familia, lo mejor es agarrar una piedra, ponerla en el cuello y arrojarse al fondo del mal. Lo dice la palabra de Dios.

Y no termina la enseñanza dice la Biblia:Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.  Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

Ahora está mencionando el infierno de fuego, ya no el fondo del mar. Y hay símbolos ahí, la mano, símbolo de lo que hacemos. Somos expertos para hacer movimientos con las manos, ademanes, ofensas y Dios nos ve cuando hacemos obscenidades y dice la Biblia que es mejor cortarse la mano. El pie, símbolo de a dónde vamos. En el libro de Proverbios dice que hay seis cosas que abomina Jehová y una de ellas son los pies presurosos para correr al mal. Dice la palabra que es mejor cortarse un brazo, un pie, sacarse un ojo antes de hacer tropezar, antes de hacer caer. Y quizás digas, eso es una parábola, pero Jesús nos estaba demostrando la seriedad del pecado, la seriedad en lo cual nosotros hacemos tropezar a los demás.

Imagínate la seriedad de cortarse un brazo antes de pecar, sacarnos los ojos, antes de la concupiscencia.

Dios advierte la seriedad de cada situación de nuestra vida y nos dice claramente la seriedad de esto. Mejor es cortarnos un brazo, sacarnos un ojo que hacer tropezar. 

Pero tal vez, la parábola que nos está enseñando la palabra de Dios está diciendo cuán grave es la situación de lo que estamos viviendo, cuál grave es la situación en lo cual llegamos a hacer y hacemos tropezar a un pequeño y hacemos tropezar a los incrédulos.

Dios dice que es mejor ponernos una piedra, cortarnos un brazo o un pie, sacarnos un ojo, que es mejor entrar mutilado al reino de Dios a que todo el cuerpo sea arrojado al fuego eterno.

La palabra de Dios nos dice claramente que tenemos que ser luz en este mundo de tinieblas, en esta generación perversa. Tenemos la responsabilidad de ir y compartir, ser luz a otros, alumbrarles, no ser un ciego que guía a otro ciego. Tenemos a Cristo como nuestro Salvador, tenemos la sangre de Jesucristo que nos limpia de pecado porque le hemos recibido como salvador personal. Gracias a Dios por Él, por la vida de nuestro Salvador.

Como creyentes no debemos blasfemar el nombre de Dios con nuestros hechos, debemos no ser solo cristianos oidores sino hacedores de su palabra, debemos ser la luz, la sal que le da sabor, ser de aquellos que son fieles a sus convicciones, que siguen fieles a la crianza de sus hijos con la palabra de Dios, aquellos que comparten la palabra de Dios y ser dignos embajadores de nuestro Señor Jesús aquí en la tierra.