¿Cómo enfrentar una crisis familiar?

1 Pedro 5:7

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

Todos en algún momento hemos enfrentado alguna crisis, puede ser alguna crisis financiera, emocional, hasta existencial. Pero quiero enfocarme en una crisis familiar. Las crisis tienen tres etapas, una etapa aguda que es cuando nos encontramos en desesperación, una etapa de reacción que es cuando nos ponemos a pensar, analizar a tomar decisión para la tercera etapa que es la de solución o de reparación.

Una crisis es un periodo o una situación la cual pierde su normalidad dando lugar a un cambio brusco o a un problema. La palabra crisis se deriva del griego krino que significa separar y estaba relacionado con la agricultura cuando se recogía el trigo. Para un griego antiguo una crisis era el propósito de separar la basura del grano, era ese proceso analítico donde la persona que hacía la separación aprovechaba lo bueno para su cosecha; de ahí la implicación en la palabra crisis de una habilidad de un buen juicio. Dicen algunos que crisis no significa tanto el problema, sino la visualización que tengas de ese problema y la solución que le des. Pensando en la definición de crisis y su origen podemos decir que crisis es el surgimiento de una situación imprevista que altera nuestra normalidad, pero que también nos ayuda a un análisis y decisiones para la solución de ese problema. Con eso en mente vamos a ver con la Palabra de Dios qué hacer en una crisis familiar.

Dice la Palabra de Dios en Marcos 5 que el Señor Jesucristo había obrado milagrosamente en la región de Gadara, ahí había sanado a dos endemoniados gadarenos. Él llega y mucha gente lo está esperando para verlo. En esta espera se presenta un hombre que estaba enfrentando una crisis, le había surgido una situación complicada de manera imprevista que había alterado su vida normal y él tenía que tomar una decisión para la solución de esa crisis, no era una crisis sencilla, su hija de doce años estaba muriendo y él tenía que hacer algo.

¿Qué hacer ante una crisis familiar?

1.Reconoce tu responsabilidad

Qué difícil encontrar personas que cuando existe un problema o crisis reconozcan que ellos tienen responsabilidad. Cuando hay un problema en la familia todos son responsables, menos uno, dicen: “Si tengo problemas en la casa es por mi esposa”, “Si tengo problemas en la casa es por mis hijos rebeldes” y a todos le echan la culpa, pero que difícil es encontrar a un varón, a una mujer, a un joven que reconozca su responsabilidad que dejen de echarle la culpa a los demás que digan: “Pastor, yo sé que parte de la solución del problema soy yo porque tengo mucho que ver en el problema de hogar”, “tengo mucho que ver con la indiferencia de mi esposa”, “tengo mucho que ver cómo mi esposo me trata”, “Yo tengo mucho que ver por cómo mis padres son”. Para la solución de una crisis familiar se requiere que reconozcamos nuestra responsabilidad. 

Si quieres que tu crisis se haga más grande no reconozcas tu responsabilidad, échale la culpa a alguien más, como dicen los psicólogos “la culpa de quien eres es la culpa de otros” ¿Quieres solucionar una crisis familiar? Reconoce que tienes mucho qué ver en la responsabilidad de una crisis familiar. No solamente reconociendo la responsabilidad en razón de posición, pero en razón de consecuencia, pregúntate ¿Qué he hecho yo para que esto se haga una crisis? ¿Qué he hecho yo para que este problema en vez de solucionarse sea un problemón?

Marcos 5:21-23 dice: Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá”.

¿Qué hizo Jairo como papá? El reconoció su responsabilidad. Él dice: “Tengo que hacer algo para que mi hija sea salva, para que ella no muera”. Jairo reconoció su responsabilidad y actuó.

Reconoce tu responsabilidad. En Efesios 5 y principios del capítulo 6 nos dice las responsabilidades principales del varón, la mujer y los hijos. La responsabilidad del marido es amar a su esposa y luego dice que la responsabilidad de la esposa es respetar a su marido y en el capítulo 6 dice que la responsabilidad de los hijos es obedecer a sus padres. Los problemas surgen en el hogar porque no reconocemos cuáles son nuestras responsabilidades. El hijo cree que tiene las responsabilidades del padre. ¿Has visto que el hijo mayor trata de mandar a todos? ¡Hasta a la mamá! ¿Quién le dio esa responsabilidad? Él se la atribuyó.

Jairo reconoció que su responsabilidad era darle solución a lo que estaba atravesando su familia. Sin importar su posición o su situación social fue con el Señor Jesucristo. Recordemos que él era un principal de la sinagoga, uno de los que se encargaban de la organización de la sinagoga. Él tenía un puesto de autoridad muy importante entre los judíos. Imagínate que pensaban los judíos del Señor Jesucristo y más los fariseos, decían que él era del diablo porque él echaba demonios en nombre de Beelzebú, pero a Jairo no le importó que iban a decir los demás, él reconoció su responsabilidad.

Nuestra responsabilidad principal como padres son nuestros hijos. Salmos 127:3 dice: He aquí, herencia de Jehová son los hijos”.  En ese pensamiento de que los hijos son herencia, hay que valorarlos. ¡Qué bendición es tener un hijo! ¡Qué bendición es cuando nace, cuando está gateando, cuando está caminando, cuando dice sus primeras palabras, que te llame papá, que te llame mamá y hay que aprovecharlo! Es parte de la herencia de Dios, pero también es administrar, es cuidar de esa herencia y parte de esta herencia no solamente es disfrutarla o aprovecharla, también es entender que vas a dar cuentas de tus hijos. En 1 Samuel 3:13 dice que Dios le manda un mensaje a Elí y le dice: “Por cuánto sabes que tus hijos andan mal y tú no lo has estorbado”. ¿Qué está haciendo Dios con Elí? Le está pidiendo cuentas y un día Dios nos va a pedir cuentas de nuestros hijos. Pero ahí andan los chamacos y hacen lo que quieren y en la iglesia andan para allá y para acá. Recuerdo que en una iglesia había un niño que le decían que era terrorista, era tremendo, ya andaba prendiendo la iglesia y sus papás decían: “Es tremendo, ¿Qué le voy a hacer? Si le doy vara va a quedar traumado”. ¿Más de lo que ya está el chamaco? ¡Se metía a nadar al bautisterio! Pero decían “es un niño” pero hay de niños a niños. La vara y la corrección dan sabiduría. Reconoce tu responsabilidad.

2.Acude a la persona correcta

Jairo sabía a quién acudir ante una crisis familiar. Hermana, ¿a dónde vas cuando tienes una crisis familiar? Vas de chillona con tu hermana en la carne. Hay hombres que van a llorar con su mamá. Hombres mayores de 17 años que van de chillones con la mamá. ¡Tienen problemas y se van a dormir con la mamá! 

Las crisis van a llegar ¿a quién vas a acudir? Muchos cristianos en lugar de acudir a la persona correcta van a alguien que es muy incorrecto, se ponen a ver La Rosa de Guadalupe, para ver si les llega el viento, una idea, una inspiración. Jairo sabía a quién acudir. Jairo era un incrédulo, pero al menos sabía a quién acudir. ¿Eres salvo? No te pregunto si eres cristiano porque eso es otra cosa. Muchos acuden a la persona incorrecta, sabiendo quien es la persona correcta.

Marcos 5:22-23 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá”. Acude a la persona correcta. Fíjate en la actitud de Jairo para llegar a la persona correcta. ¿Sabes quién es la persona correcta? El problema muchas veces es que no llegamos correctamente a Jesús. Sabemos quién es la persona correcta, pero no llegamos correctamente. Dice en el versículo 22 que Jairo se postró a sus pies, esto habla de humildad. ¿Quién era Jairo? Un principal de la sinagoga, era a quien se le debería demostrar respeto, a quien se le debería demostrar servicio, pero él hizo lo contrario. Lo que nos falta para la solución de crisis familiares, humillarnos a los pies de Jesús. 

Dile al Señor que sí es tu responsabilidad, que has hecho mal, que has actuado incorrectamente, si es que quieres que haya solución en tus crisis familiares. Es muy fácil echarle la culpa a otros de nuestros problemas, qué bonito es no ser culpable de nada, “Tengo problemas en casa, todos son culpables, yo soy una víctima de mi familia”. Llegó un hombre a la iglesia y me empezó a contar todo lo que su familia le había hecho, era una víctima. En ningún momento dijo: “Yo tengo aunque sea un poquito de responsabilidad”. 

Jairo llegó con el Señor Jesucristo humillado. ¿Te has humillado para la solución de tus crisis familiares? En el versículo 23 dice que le rogaba mucho, no solamente llegó con humildad, llegó con suplica, con ruego. La familia es muy importante, es la base de todo y cuando tenemos problemas familiares demanda de nosotros humildad, pero también demanda clamor y suplica. 

Cuando los cristianos tienen problemas llegan con el pastor, esperando que el pastor nada mas diga: “Sin salabain alacasa. Vete en paz. Tus problemas han sido solucionados”. Creen que el pastor es la solución del problema. Cuando alguien viene conmigo a pedirme consejo, lo primero que les digo es: ¿Estás leyendo tu Biblia? y me dicen que sí yo les digo ¿Qué leíste hoy? y me dicen “bueno, hoy no he leído” y les digo que me digan lo que leyeron ayer, y dicen que ayer tampoco leyeron, después les digo que leyeron la semana pasada y me dicen: “Pastor, ya siendo sinceros, hace mucho que no leo la Biblia”. Al final les digo: Bueno, regrésate, lee la Biblia, ordena tu relación con Dios y luego vienes.

Tú vas al doctor, te da un medicamento y luego regresas y te pregunta cómo te sientes, pero no has mejorado nada, hasta te sientes peor, y luego te dice ¿pero te has tomado las medicinas? y tú le dices que saben muy feo. ¿Qué te va a decir el doctor? El problema de los problemas en los matrimonios y en los hogares es la relación con Dios y cuando les pregunto si están leyendo la Biblia y dicen que no yo les digo que se regresen, y cuando estén leyendo su Biblia y tengan una relación correcta con Dios vengan conmigo y ¿sabes qué pasa? La mayoría de las veces ya no regresan porque si hacen lo que les digo, y leen  la Biblia y tienen comunión con Dios les cae el veinte. El problema de tus problemas es que no tienes una comunión con Dios. Hay que llegar con Dios con humildad, con súplica.

Jairo llegó con paciencia. El problema que Jairo tenía no era mínimo, su hija de doce años estaba muriendo. ¡Qué desesperación ver a un hijo enfermo! Les duele el estómago y te preocupas, la hija de Jairo estaba agonizando. Él va con el Señor Jesucristo y le dice: “Ven a mi casa, Señor y pon las manos sobre mi hija para que sane y vivirá”. Y van, pero en eso ¿Qué pasó? Se aparece una mujer con flujo de sangre que interrumpe el caminar del Señor Jesucristo. Si tú y yo fuéramos Jairo, ¿cómo hubiéramos actuado? Nuestro hijo se está muriendo, el Señor va a casa y lo interrumpen, ¿cómo hubieras actuado? “Espérate, me está atendiendo a mí”. Pero él fue paciente y en esa paciencia llegan unos de la casa de Jairo y le dicen: “Jairo, ya tu hija se murió, no molestes más al maestro”. ¡Imaginate! Los que llevaban el mensaje a Jairo iban con la idea de que todo estaba perdido, ni el Maestro es capaz de hacer algo ya. Pero Jairo no solo llegó con humildad, con sulica, con paciencia, llegó con fe.

3.Reconoce que Cristo no es parte de la solución, es la única solución

Nadie más va a solucionar tus crisis familiares más que Cristo, sólo él. En estas palabras desalentadoras de los que llegaron de la casa de Jairo “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” El Señor Jesucristo oyó el comentario de estos hombres y le dice: “No temas, cree solamente”. Qué bendición es que cuando todos han perdido la esperanza, Cristo tiene la última palabra. Tu problemas los demás lo pueden agudizar y pueden decirte que no hay solución, pero Cristo te dice: “Cálmate, ten fe solamente”. El Señor Jesucristo llegó a ocho casas en su ministerio terrenal y en cada casa obró de manera maravillosa. ¿Qué necesitas tú? Lleva a Cristo a tu casa. Deja de llevar tu queja, tu amargura, tu indiferencia, tu crítica, lleva a Cristo a tu casa.

Los papás, lamentablemente, en lugar de priorizar, de poner a Cristo, de tener hogares cristocentricos, priorizan otras cosas, primero ponen los estudios, los trabajos y no está Cristo en sus hogares. Tú puedes llevar estudios a tu casa, pero déjame decirte que los estudios y la preparación académica, secular o el dinero, la carrera o la buena economía que puedan tener tus hijos no les van a ayudar a solucionar crisis familiares, la única solución es Cristo. Cristo no es parte de, es la única solución.

Las crisis van a llegar, los momentos complicados que van a alterar tus normalidad van a  presentarse en tu familia. La pregunta es ¿cómo vas a actuar? ¿Recuerdas la definición de crisis? Es una situación complicada que surge de manera imprevista y altera la normalidad orillandonos a analizar la situación y tomar de decisiones para la solución. 

¿Cómo vas a actuar? O quizás ya hay crisis en tu hogar y ¿qué estás haciendo? Si no sabías, con el ejemplo de Jairo ¿qué tienes que hacer? Reconoce tu responsabilidad, acude a la persona correcta y entiende que no hay solución aparte de Cristo. ¿Cuántos años tenía esta mujer buscando solución? Doce años. Ella tenía flujo de sangre; la misma edad que tenía la niña que estaba muriendo ella tenía buscando una solución a su enfermedad. Doce años de vergüenza, de marginación social y religiosa porque una persona que tenía flujo de sangre era igual que un leproso, a donde iba tenía que ir gritar “¡Impuro, Impuro!” para que nadie se le acercara y tocara, no podía participar en actividades religiosas por su condición y había buscado médicos y en vez de mejorar le iba peor, hasta que reconoció, igual que Jairo, quién era la única persona que podía ayudarle en una crisis: Cristo.

¿A quién estás acudiendo ante tus problemas? ¿A tu vecina? ¿a tu familiar? Reconoce que Cristo es la única solución a tus problemas.