Nunca pierdas la Esperanza

Hechos 27:13-20

13 “Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 

14 Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 

15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. 

16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. 

17 Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 

18 Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, 

19 y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. 

20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.”

Pablo había hecho ya antes de esto, tres viajes importantes que le llamamos los tres viajes misioneros de Pablo. En este último viaje que está tomando, no es un viaje al cual quería ir, él había pedido que fuera juzgado por Cesar en Roma. Entonces desde los capítulos 24 al 26 y ahora en el 27 encontramos una serie de lugares en donde Pablo estaba tratando de defenderse, lo estaban acusando en Jerusalén donde lo detuvieron ciertos judíos de Asia y cuando Pablo estaba saliendo del templo lo tomaron y dijeron: “Este Pablo está enseñando contra nuestra ley y nuestro templo, está metiendo a gente gentil a nuestro templo” y lo intentaron matar. Lo metieron preso y fue juzgado varias veces y él dijo: Quiero ser juzgado en Roma.

Es en este capítulo 27 donde comienza este viaje a Italia. Dice el versículo 1 “Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.” Subieron a Pablo en uno de los puertos que está en Jerusalén que es el puerto de Cesarea y ahí subieron a Pablo, se subió Lucas; él no estaba siendo juzgado, pero Lucas es el escritor del libro de Hechos y dice “Cuando se decidió que habíamos” estaba hablando Lucas y muchos piensan que Lucas quería acompañar a Pablo y quizá tuvo que pagar su propio viaje, también estaba otro personaje increíble que se llamaba Aristarco, dice el versículo 2 “embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica.” Salieron de Cesarea y fueron costeando, finalmente llegaron a un lugar que se llamaba Buenos Puertos y en este lugar Pablo les dijo: “Aquí sería un buen lugar para pasar el invierno, hay que quedarnos aquí” y la Biblia dice que el centurión le hizo más caso al capitán que a Pablo, tomaron otra nave y en el versículo 13 dice: “Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta.” En nuestra vida, muchas veces va a parecer que ya tenemos lo que deseamos. Estás buscando novia y encuentras una chica y dices: “Parece que ya tengo lo que quería.” Estás buscando un trabajo y dices: “parece que ya tengo lo que deseo.” Estás buscando un ascenso y dices: “Parece que ya tengo lo que deseo” y eso estaba pasando aquí. 

Pero continuando con la historia, dice el versículo 14 “Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón.” Este viento comenzó a golpear la nave y dicen los versículos 15 al 20 “Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.” 

No ver el sol desanima, no ver el sol por varios días trae soledad. El sol nos trae dirección, calor, luz, pero dice la Biblia que por muchos días no podían ver el sol. Imagínate que tan oscuro estaba esa tempestad que ni siquiera podían ver el sol. En ocasiones en nuestra vida vamos a estar en épocas donde parece que ya tenemos lo que estábamos buscando, pero de repente nos golpea una tempestad tan fuerte que ahora ya no sabemos qué decisión tomar, ya no sabemos el rumbo hacia donde íbamos, donde ya no tenemos el sol como guía. Ellos ya no podían ver las estrellas, y para la navegación las estrellas son muy importantes. No podían ver el sol ni las estrellas, estaban a la deriva, y va a haber momentos en nuestra vida en donde no vamos a saber para donde jalar, qué rumbo tomar. Quizás ya sabías hacia donde ibas, parecía que Dios te está dando lo que estabas buscando, pero de repente viene un problema muy grande en donde dices: Ya no sé qué hacer.

Dice el versículo 20 “Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña,” Estar siendo acosados por una tempestad, dice la Biblia “ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.” Estaba escribiendo Lucas, se supone que Lucas confiaba en Dios, “habíamos” quizás está hablando de Pablo, “habíamos” quizás estaba hablando de Aristarco. Quizás durante esa noche estaban diciendo: “Ya no la vamos a hacer, vamos a morir. De seguro nadie ha sobrevivido esto, vamos a morir.”

Dice la Biblia: “habíamos perdido toda esperanza…” No algo de esperanza, sino toda la esperanza, y quiero decirte: Nunca pierdas la esperanza. Perder la esperanza es mucho peor que perder un brazo, una pierna, la salud o el trabajo. Alguien dijo: “Vivir sin esperanza es haber sido derrotado antes de intentarlo.” Perder la esperanza es perder la fe, es perder el ánimo, es perder la confianza en Dios.

Muchos hemos perdido la esperanza, decimos: “No, ya me voy a dejar llevar por el mal, me voy a dejar llevar por mi vida, ya no importa que decisión tenga que tomar, me voy a dejar llevar por este viento, pase lo que pase, ya intenté arreglar mi matrimonio, mi vida, ya intenté dejar el pecado, he intentado venir a la iglesia, he intentado reformarme y ser una mejor persona y ya no hay solución, ya no puedo más, ya no hay esperanza, ya no más.”

Cuando perdemos la esperanza hemos dejado ser derrotados, antes de intentar. ¡Sigue adelante! Muchos ponen su esperanza en el dinero, pero el dinero se acaba; muchos ponen su esperanza en personas, pero personas fallan; muchos ponen su esperanza en cosas materiales, pero todo esto que ves un día se va a acabar. Muchos ponen su esperanza en un boleto de lotería, “Ahora sí voy a comprar ese boleto que me va a sacar de todos mi problemas, de la pobreza” y lo interesante es que lo que viene a nuestra mente “¿Que voy a hacer si me gano los $100 millones? y empezamos a planear, pero empiezas a poner nuestra esperanza en un triste boleto. En alguna persona, en el trabajo, ponemos a veces nuestra esperanza en religión o aun en el pastor, pero no hay mejor cosa que poner nuestra fe y esperanza en Dios.

Dice la Biblia en 1 Samuel 1:9-11 “Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.  E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” Estaba diciendo: Señor, ya no sé qué hacer. Oh Señor, me gustaría tener un bebé, pero ya no sé qué hacer y he perdido toda esperanza y lo único que me queda hacer es orar, confiar en ti y poner mi esperanza en ti.

Cuando perdemos nuestra esperanza y ya no sabemos qué hacer, qué rumbo tomar lo mejor que podemos hacer es ir a Dios y decirle: Señor, hay aflicción en mi vida, hay dolor no sé qué hacer, ya intenté esto, pero tú eres mi esperanza, pongo mi fe en ti, quiero creer en ti, por favor, ayúdame y ¿sabes? Dios escuchó esa oración.

Muchas veces nos hemos olvidado de Dios cuando estamos metidos en pecado, cuando no leemos la Biblia, cuando no estamos caminando en comunión con Él y nos metemos en un problema y vamos a Él, Dios nunca nos rechaza. No dice: “¿Te acuerdas que el otro día me hiciste esto? Ya no te voy a poner atención.” Dios siempre está ahí, a pesar de lo que somos, a pesar de nuestras maldades y pecados, a pesar de que tan miserables somos y que lo ignoramos todo el tiempo, Dios quiere pasar tiempo con nosotros.

Si tú ignoras a tu esposa por tres días y luego vas y le dices: “Mi amor, me puede hacer el caldito de pollo que me gusta”, ¿Qué te va a decir? “Haztelo tú, me has ignorado, ni me dices que me amas, no me has traído mi cafecito, se te olvidó nuestro aniversario, se te olvidó mi cumpleaños, y ¿quieres que te haga tu caldito? Ve con tu mamá que ella te lo haga.” Ignoramos a Dios vez tras vez y cuando vamos a Él, no nos ignora. 

1 Samuel 17:37 dice:  “Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.” David tenía esperanza y confianza de que Dios lo iba a ayudar. ¿Sabes que Dios ya nos ha ayudado? Cuando se nos olvida lo que Dios ha hecho, es cuando el diablo nos impide ver lo que Dios puede hacer más adelante. El diablo quiere que recordemos lo malo y él no solamente él es el engañador sino también el acusador, nos acusa de nuestro pasado, pero él no viene y nos recuerda de las bendiciones y victorias que hemos tenido en Cristo y la mayor victoria que hemos tenido es la salvación.

Debemos ver hacia atrás y decir: “¡WOW! Dios me ha ayudado, ¿cómo puede ser posible que ahora que estoy en esta tempestad me olvide de lo que Dios ha hecho en mi vida?” David dijo: “Dios ya me ha ayudado. Voy a seguir poniendo mi esperanza en Él.”

Pero hay muchas cosas que hacen que perdamos la esperanza. Cuando las cosas no salen como queremos, perdemos la esperanza; cuando las cosas se ponen difíciles, perdemos la esperanza; cuando los pronósticos no son muy buenos, el doctor viene y te da un mala noticia, perdemos la esperanza; palabras que no queremos escuchar, quizás cáncer, perdemos la esperanza, es entonces cuando viene el temor, el miedo al futuro, es entonces cuando viene las dudas: “¿Será que Dios me ama realmente? ¿Será que Dios no me quiere? ¿Por qué me está sucediendo esto?” y el diablo dice: “Dios no te ama, ya se olvidó de ti. Aquella persona a la que tú odias, le va mejor y mírate a ti, estás enfermo, perdiste el trabajo, mira tu matrimonio y a tus hijos, el negocio que querías empezar. Todo te esta saliendo mal” y empezamos a escuchar mentiras del diablo.

¿Qué hace que perdamos la esperanza? Problemas, malas noticias, cuando estamos comparando nuestra vida con otros, cuando no estamos en la iglesia, cuando no estamos leyendo nuestra Biblia, dice la Palabra de Dios que es la fe es a través de leer su Palabra y si no estamos leyendo su palabra se nos va a olvidar lo que Dios puede hacer.

Salmos 39:78 dice: “Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.” Que podamos aprender a poner nuestra esperanza en Dios. Salmos 71:5 dice: “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud.” ¿Sabes quién está escribiendo esto? David. ¿Será que David había visto la mano de Dios? Sí. Dice Salmos 73:28 “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras.” ¿Sabes que venir  a la iglesia es acercarnos a Dios? Y el acercarnos a Dios es el bien. Haces bien cuando vienes a la iglesia. Salmos 91:2-5 dice: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.” Un castillo era un lugar de refugio, de protección en el cual si entrábamos nada nos iba a pasar y David está diciendo: Jehová es mi castillo. “Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,” 

Pablo, Lucas, Aristarco, los 276 que estaban en ese barco habían perdido la esperanza, les entró el temor y dijeron: Vamos a morir.

Hechos 27:21 dice: “ Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente,” En otras palabras: Se los dije; “oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan solo para recibir este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas” Quizás Pablo comenzó a orar esa noche: “Señor, hemos perdido toda esperanza, si quieres llevarnos al cielo, está bien, pero hay aún 273 que no creen en ti, que necesitan ser salvos. Lucas, Aristarco y yo sabemos que solo Cristo salva y estamos bien porque sabemos que vamos al cielo directito contigo. Por favor haz algo.” Entonces, Dios se apareció y le dijo: Pablo, no temas.

Esas son las palabras que necesitamos hoy. Hermano, no temas, no tengas temor del futuro porque en Su mano está el futuro, Él tiene un plan para tu vida. 

Dios le dijo: “Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. ”

¿Sabes qué sucedió? Todos, los 276 se salvaron. Dios les dio otra oportunidad, vino Dios y les dijo: “No teman, yo estoy con ustedes.”

Nunca pierdas la esperanza; en Jehová está nuestra esperanza, nuestra confianza, nuestro refugio, que no se nos olvide eso.