Tres Conversaciones del Calvario 

Lucas 23:25-43

25 “y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. 

27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. 

28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. 

29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. 

30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. 

31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?

32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 

33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 

34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. 

35 Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si este es el Cristo, el escogido de Dios. 

36 Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 

37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 

38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 

40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 

41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. 

42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 

43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

En este texto, estamos en Jerusalén, una ciudad hermosa, pero sangrienta, especialmente  en los tiempos de Jesús. Con lágrimas divinas nuestro Jesús dijo: “Oh Jerusalén, Jerusalén que matas a los profetas o a los que te fuesen enviados.” No dice que maltratas o que se burlan. Jesús mismo declaró que era imposible que un profeta muriera fuera de Jerusalén. Cristo en Jerusalén estaba nadando entre tiburones y el mismo grupo que el domingo antes estaba aplaudiendole en su entrada triunfal, cambió. El hombre es muy cambiante y las mismas voces ya habían gritado a voz alta delante de Pilato “Crucificale, crucificale” y movían a Pilato para que Jesús fuera crucificado. Nunca se ha visto una escena tan vulgar, pero tan bella a la vez, tan cruel, pero tan llena de paz. Nuestro Señor Jesús, gracias a Dios, era valiente, estaba lleno de poder y era más que cualquier hombre. Muchos hombres bajo la tortura que los romanos daban antes de crucificar a sus criminales ya no podían hablar. El soldado romano llegaba con su látigo, experimentado y perfecto en torturar sobre los criminales, llegaban con un látigo que tenía un pedacitos filosos de hueso, de vidrio y les daban latigazos y latigaron el cuerpo inocente de Jesucristo, hasta la Biblia dice en Salmos 129 que su espalda se parecía a un campo que había sido arado. Cuando un ser humano empieza a perder mucha sangre, empieza a no tener la función correcta del cerebro, empiezan los mareos, y ya no tienen un sentido de lo que hablan y muchos pierden la conciencia y muchos morían antes de ser crucificados. Pero Jesús con sangre en sus huellas iba hacia ese lugar de la calavera donde iba a ser crucificado. 

Gracias a Dios otras voces estaban ahí, mujeres llorando, otros gritando, tal vez los otros criminales gritando por misericordia, pero el Señor todavía tenía su sentido, su poder para poder hablar y cuando habló desde la cruz vemos tres conversaciones del calvario. Nuestro Señor Jesucristo vive y sus palabras son vivas y eficaces y todavía estas palabras son para ti y para mí.

1. Conversación de Precaución

Como siempre el hombre a veces es muy cruel. Los hombres disfrutamos la violencia, me gusta ver el box, me gusta ver quien va a las peleas en jaulas entre dos hombres, quien va a ser el macho alfa, a veces disfrutamos y si la mujer ve esos deportes dice: “Ay ¿por que tan feo?” y cuando Jesús estaba siendo maltratado por nuestras transgresiones, el Señor en gracia envió en esa escena tan terrible las lágrimas y las palabras de gracia de un grupo de mujeres. 

La Biblia dice en Lucas 23:27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Y Jesús todavía hablaba, aún cargado con esa cruz tan pesada y les dio una voz de precaución que les dijo Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?

No sabemos quienes eran estas mujeres, pero sabemos algo, a pesar de las bofetadas que le dieron al Señor, él retenía su poder profético, aunque su cuerpo era muy lesionado, su espíritu era más poderoso que nunca, detuvo su poder profético y anuncia una última profecía “No llorad por mí, llorad por vosotras mismas porque en esta misma ciudad otra sangre se va a derramar” y al pie de la letra se cumplió unos treinta años después. Iba a llegar por medio de un emperador romano cruel blasfemador, lleno de coraje y odio, llamado Tito, en el año 70 los mismos ciudadanos de Jerusalén tenían que enfrentarse con las consecuencias de haber crucificado al Hijo de Dios. Dios Padre ama a la humanidad y por eso mandó a Jesús a crucificarse, pero también él ama a su propio Hijo y los que le maltratan y toman por inmunda la sangre del Hijo de Dios tendrán consecuencias y por eso viene la voz de precaución, porque Jesús dijo: No lloren por mí, lloren por vosotras mismas.

Tiempo después venía un ejército para conquistar Jerusalén. Mataron a los hombres, tomaban a los jóvenes como esclavos, marchaban de una lugar a otro y si había mujeres con bebés, tomaban a los niños por los tobillos y los estrellaban. Y lo que quiero decir es que nadie aquí es neutral cuando se trata del Señor Jesús. Cuando se trata del Señor Jesucristo, estás en su equipo o estás en su contra, estás en la luz o en la oscuridad, eres trigo o cizaña, estarás en el infierno o en el cielo.

Hace años hubo un grupo de hombres que querían salir a pescar y todas las mañanas estaban los barcos en la bahía y había una persona con otro punto de vista que era experto con el clima que venía y sonaba una campana cuando una tempestad venía, que él podía ver pero los demás no. Un día sonó esa campana para avisar a los pescadores de una tempestad, muchos no lo creyeron y muchos salieron pensando “yo sé”. Salieron 41 barcos en total de la bahía al mar y pronto el mar se hizo muy tempestuoso. Porque otra persona con otro punto de vista que tenía una vista más amplia de lo que iba a venir les pudo dar una voz de precaución, pero tristemente 41 barcos en ese día se quedaron volcados y varios hombres murieron. ¿Y qué estaba haciendo Jesús con Jerusalén? El estaba sonando una campana diciendo: “En este día ustedes están viendo ser crucificado, pero no llorad por mí, llorad por vosotras mismas porque el día va a venir cuando va a ser una maldición aun tener hijos porque el día del juicio llegará.”

Si estás sin Cristo, si has blasfemado el nombre del Señor, si eres de esa personas, que dice Dios es paciente, y sí Dios es paciente, pero tú no eres Dios para saber cuándo entrarán por final las consecuencias de las acciones en tu vida. “La paga del pecado es muerte…” La muerte eventualmente es la cosecha por nuestras malas decisiones y no somos personas que merecemos estar aquí, estamos aquí a pesar de quiénes somos. Estamos aquí porque un Salvador vertió su sangre preciosa para rescatarnos de nuestra mala forma de vivir, eramos esclavos del pecado, enemigos de Dios, pero bendito sea Dios, esa sangre fue vertida a nuestro favor. Todos tomamos una decisión, decisión de recibir o rechazar, y si dices que los vas a posponer, amigo mío, una voz de precaución viene porque eventualmente los que no reciban al Hijo tendrán que tratar con la ira del Padre. 

Eventualmente la muerte va a venir y separar a todas las familias. Esa fue la noticia para esas mujeres. El momento que Jesús entra en el hogar, en la familia, la muerte nunca es el último capítulo. Aun en Cristo, cuando un ser querido muere, la muerte o la despedida nunca es garantizada, alguien puede morir sin tener la oportunidad de despedirnos, pero la reunión sigue en Cristo. Gracias a Dios que no somos de los que lloramos sin esperanza, el evangelio nos ha transformado, nos ha dado una certeza de lo que va a pasar con nosotros después de la muerte, ya no somos hijos de la ira sino de un Padre que nos va a llamar a su presencia algún día. Jesús da tantas palabras de gracia, pero también una voz de precaución.

Si ignoras esto, lo que te espera no es buena suerte o buenas cosas sino una separación. En Cristo hay una reunión, pero una separación eterna si alguien no tiene a Cristo en su corazón.

2. Conversación de perdón

Dice Lucas 23:32-34 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. ¡Cuánto anhelamos oír la voz de perdón! Especialmente antes de que alguien fallezca. En mi país no tenemos el día de muertos, pero con algunos de los montañistas fuimos a repartir folletos a un cementerio en el día de muertos y un montañista me dijo: “Muchos están aquí porque nunca arreglaron cuentas con su ser querido.” Y eso es importante, y en este sentido el hombre nunca inició el perdón con Dios y nunca lo iniciará. No venían arrepentidos delante de Cristo pegándose en el pecho, confesando el pecado, al contrario le injuriaban pero ¿cómo iba a responder Jesús? Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Lo que vemos aquí es la conversación del perdón que Jesús inició en ellos. 

Dios había enviado a su Hijo en una misión no para condenar sino para perdonar, vino a buscar y a salvar a los que se habían perdido. Muchos relatos del ministerio de Jesús, llegó a una casa tan llena de gente que se agolpaba la gente para recibir un milagro, removieron el techo y cuatro amigos descendieron a un paralítico y Jesús miró al paralítico con una voz de perdón le dijo: “Tus pecados te son perdonados.” En otra ocasión, una mujer que fue la escoria para la sociedad, condenada por pena de muerte por los fariseos en el mismo templo de Dios. y vinieron con piedras listo para darle una sentencia de muerte, pero qué error para esos fariseos porque venían para condenar a esa mujer pero sin saber la dejaron a los pies cuya misericordia es para siempre. Las palabras de Cristo causaron que estos hombres cargaron la vergüenza, empezando con el mayor hasta el menor y ahí dejaron y cuando se quedaron Jesús y ella con una pregunta gloriosa “¿Dónde están tus acusadores? No veo ninguno. Tampoco te condeno.” Y notas en la conversación “El que de vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra.” Jesús estaba dando a entender, que él fue el único candidato correcto para tirar una piedra porque él sí fue sin pecado pero lo que nunca veremos es Cristo tomar esa piedra y arrojarla. 

Cuando Jesús fue crucificado montones de personas  llegaron a ver, para ellos él no era el rey, lo que ellos tenían en su corazón para Cristo era furia, esperaban un Mesías que quitara a Roma de encima y llegaba su rey con las letras “REY DE LOS JUDIOS” y eso aumentaba el furor para con Cristo porque no llenaban las expectativas de ellos y cuando venían pasando la Biblia dice Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza,y judíos gritandoA otros salvó, a sí mismo no se puede salvar ¿Cómo iba a reaccionar Jesús? Jesús con poca fuerza humana en agonía de espíritu, el Hijo de Dios, subió en sus tres clavos para recibir oxígeno en sus pulmones y salieron esas palabras “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Los judíos acababan de hacer su sacrifico de pascua, muy religiosos, los soldados estaban apostando, imagina el insulto. Para la gente Cristo no tenía valor, pero su ropa sí, estaban apostando a la sombra de la cruz, a ver quién se quedaba con su ropa, y en lugar de decir “Padre, condenalos”, dijo “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” ¿Dónde estaban Pedro y Juan? ya habían desaparecido. Las palabras de Pedro: “No lo conozco.” Las palabras de Jesús: “Padre, perdónalo porque no saben lo que hace.”

Un famoso atleta de fútbol americano en los 70’s y 80’s llegó a ser muy rico y había todas las evidencias de que había matado a su esposa en 1994. Sin embargo por tener dinero y una voz tan grande, el juez le declaró inocente y hasta la fecha el caso está en el aire, no han condenado a ninguno por ese crimen. La justicia en la tierra en momentos nunca va a llegar y este momento tan injusto, pero tan interesante cuando el juez le perdonó a este hombre, el abogado en contra de él dijo: “Hay otro juez que sabe lo que has hecho y no te va tomar por inocente en ese día.”

Si estás en busca del perdón, algo que vas necesitar antes de que mueras, tendrás que venir al calvario. El perdón no se encuentra yendo a un lago para bautizarte, puedes ir a todos los templos, pero en ningún templo vas a encontrar el perdón, tienes que venir al calvario y tienes que arrepentirte. Si no eres salvo, hoy es el día de salvación. No te puedo prometer mañana, ni te jactes del día de mañana, pero hoy es el día. 

Dios tomaría a gente tan vil como nosotros, gente que busca la oscuridad y no la luz y aun así Cristo muriera y dijera: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Muchos son cristianos pero todavía están luchando fuertemente con alguien en su familia que les ha ofendido en su pasado y dicen ¿Dónde puede agarrar la fuerza para perdonar? En el calvario. Es un lugar donde recibes perdón, pero también la fuerza para perdonar de corazón.

3. La conversación de la Promesa

Dice la Biblia en Lucas 23:39-43 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” 

El Espíritu Santo le hizo abrir los ojos en un momento de gracia, Dios le vivificó su espíritu para no solamente ver a otro criminal crucificado sino al Hijo de Dios muriendo en su lugar, y el mundo sabe que Cristo murió, hasta un ateo puede decir que Jesús murió. Jesús murió son las palabras de un inconverso; Jesús murió por mí son las palabras del cristiano y Dios le iluminó no solamente para tener teología en la cabeza sino para tener fe en su corazón y cuando hay fe en el corazón siempre sale por la boca “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón… Dios iluminó a este hombre a centímetros del infierno para decir “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Y es muy interesante como fue este relato, ¿cómo iba a responder Jesús? Este hombre mereció la muerte y el mismo infierno, tomó propiedad y vida de otras personas. Los mismos romanos y judíos decían: “La sociedad es mejor sin este hombre, pero Cristo dijo: “El cielo será mejor con este hombre”  y cuando pone la fe en Cristo, la voz de promesa “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Gracias a Dios por esa voz de promesa de Jesús.

Uno de los hombres de más renombre por ser un criminal Gary Ridgway. Él mató a 48 mujeres en el estado de Washington en el noreste de EU y después de que ellos reunieron todas las evidencias en contra de él, estaba siendo sentenciado y uno por uno, los familiares de las mujeres que él había matado tuvieron la otra oportunidad de decirle lo que pensaban de él. Una hermana de una de sus víctimas dijo: “Él es un animal, espero que tenga una muerte cruel, larga y llena de sufrimiento.” La mamá de otra mujer dijo: “Él va al infierno donde merece estar.” Pero el padre de una mujer dijo algo muy interesante: “Señor Ridgway aquí hay muchas personas que te odian, yo no soy uno de ellos. Tú has hecho muy difícil la vida para mí y difícil de vivir lo que yo creo y de hacer lo que Dios me manda hacer, perdonarte. Te perdono.” Y el mismo Hijo de Dios está dispuesto a darte de la misma promesa, perdonado una vez para toda por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. 

Tu trabajo no es perdonar, decir un monto de Padres nuestros, tu trabajo es simplemente hacer una confesión como este hombre “A la verdad, soy pecador, merezco la condenación,” y no solo confesión sino también confianza “acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” No hubo tiempo para bautismo, para religión, para asistir a servicios, solamente era tiempo para poder confesar y confiar. Gracias a Dios este hombre lo hizo, y qué ejemplo que este hombre recibió a Jesús y escuchó estas palabras “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Las tres voces del calvario,la voz de precaución, de perdón y de promesa. Gocemos en esto y si estás sin Cristo hoy puede ser el día de salvación.