El precio de la libertad

Juan 8:31-36

31 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”

Con el paso del tiempo las naciones han tenido que padecer por tener libertad. México fue uno de ellos, que para poder obtener libertad de la colonización española tuvieron que comenzar un proceso de libertad a través de muchos personajes en la historia como fue Miguel Hidalgo entre otros. Hombres han dado su vida por esta nación para que el día de hoy las personas vivan en este país y puedan tener libertad, una constitución que los ampare pero si tan solo miramos lo que tenemos delante que es la palabra de Dios podríamos pensar en mucha gente que ha tenido que pagar el precio para que la preservación de la palabra de Dios la tengamos el día de hoy, para que la tengamos de manera completa, para que la podamos leer sin tener ninguna preocupación de que nos persigan, de que nos asesinen. ¡Gloria a Dios que estamos en un país libre! ¡Gloria a Dios que hubo gente que estuvo dispuesta a pagar el precio para que el día de hoy tengamos la palabra de Dios!

Hubo hombres como Pedro que siendo un hombre sin letras y del vulgo, un hombre que no tenía preparación, que no tenía escuela, un hombre que tal vez era que se ponía nervioso, se trababa quizás, no sabía muchas cosas pero fue un hombre que a pesar de que en un momento negó al Señor fue un hombre que se arrepintió, Dios lo levantó y lo usó para que predicara la palabra de Dios y miles de personas se convirtieran a Cristo pero un día él tuvo que pagar un precio, ese precio fue morir crucificado, murió al revés debido a que no se sentía digno de morir de la misma manera que nuestro Señor Jesucristo y podemos ver otros personajes en la historia como el mismo Esteban, que fue perseguido por uno de los más grandes evangelistas en el mundo que fue el apóstol Pablo. Un hombre que en ese tiempo era uno de los más grandes fariseos y por orden de Pablo, Esteban tuvo que padecer y pagar el precio por la libertad de otros siendo apedreado.

Hombres como aquellos mártires de las catacumbas que fueron perseguidos y asesinados por órdenes del emperador Constantino, eran descuartizados y sus pieles eran usadas como lámparas por la ciudad y ahí es donde podemos ver que surge el catolicismo: una mezcla del paganismo y del cristianismo.

Juan fue aserrado siendo desmembrado a pesar de eso fue un siervo que estuvo dispuesto a pagar el precio. Un hombre que cuando estaba escribiendo el libro de Apocalipsis estaba en la isla de Patmos y estaba quemado, tenía llagas en su cuerpo debido a que había sido metido en un olla de aceite hirviendo. ¿Qué lo motivó a él, a Pedro, a Estaban de padecer? Fue que algún día vieron el ejemplo de alguien que estuvo dispuesto a pagar el precio por la libertad de usted y yo.

El Señor Jesucristo estuvo dispuesto a pagar un precio, a pagar el precio que muchas veces usted y yo no estamos dispuestos a pagar porque nos preocupamos más por cómo nos vemos y lucimos y decimos: “Es que si salgo y predico la palabra de Dios me voy a ensuciar, me voy a quemar, me van a salir manchitas en la cara.” No importa que te ensucies, que te manches de la cara preferible eso que la gente afuera pase una eternidad en el infierno, todo por que usted y yo no estamos dispuestos a pagar el precio. Cristo siendo el Rey de reyes y Señor de señores dejó su trono de gloria, dejó el cielo para hacerse hombre, nacer en un lugar tan humilde, que vivió de una manera más sencilla de la que usted y yo vivimos, un hombre que fue latigado. Esos látigos tenían una especie de puntas que al momento que era golpeado su piel se separaba de su cuerpo, dice la Biblia que aún sus huesos se podían contar, fue coronado con una corona de espinas, fue escupido, insultado, fue perforado su costado a pesar de que iba muy mal, de que iba sangrando y débil, se fortaleció en Dios para poder llegar a la cruz del calvario para morir por usted y por mí. Él estuvo dispuesto a pagar el precio por la libertad. ¿Usted y yo estaremos dispuestos a pagar ese precio?

El misionero Hudson Taylor dijo “La gran comisión no es una opción para ser considerada, es un mandamiento para ser obedecido.” Y hasta el día de hoy seguimos pensando que la gran comisión solamente aplica para el pastor, para el misionero, para los asistentes pero no para nosotros y la pregunta es ¿Para que nos salvó el Señor? Dios no nos salva para vernos bien lindos en una silla de la iglesia, Dios nos salvó para que podamos pagar el precio de la libertad cumpliendo con la gran comisión. 

¿Qué estás dispuesto a hacer tú para que otros tengan libertad? ¿Qué debemos de hacer para cumplir con la gran comisión?  No es nada nuevo, es algo que ya nos han predicado y a cada rato nos lo enseñan pero muchas veces entendemos hasta que nos lo dicen mil veces. Muchas veces entendemos y obedecemos ya cuando fuimos pasados por el fuego y fuimos afligidos y es cuando queremos hacer algo por Dios y muchas veces la enfermedad, las incapacidades ya no nos lo permiten pero no esperemos a que llegue ese momento, estamos a tiempo de poder pagar el precio para que otros le conozcan.

1. Predicar el evangelio

Marcos 16:15 dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” El Señor mandó, no preguntó “¿quieren ir?” Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”

Debemos de ganar almas pero decimos “¡Ay! yo en este momento no me siento capaz de predicar el evangelio, tengo miedo de que me vaya a contagiar y me vaya a morir.” Satanás usa el miedo, usa la enfermedad para que nosotros digamos “Hoy no”. Yo tenía temor de contagiarme, soy un ser humano, tengo miedos, tengo sentimientos y si me daba temor y cuando me contagié me puse muy mal, tenía fiebres durante días. Duré tres semanas y yo le decía al Señor “Señor, si no me vas a sacar de esto, ya llévame” y fue un tiempo difícil, han sido muchas pruebas y gastos, Dios nos suplió de una manera especial y no le digo esto para que se asuste y ya no salga a ganar almas. Salga y gane almas, vale la pena pagar el precio. Ayer estuvimos predicando el evangelio y una persona fue salva y usted pudiera decir: “¿Arriesgarme por una persona? yo no me arriesgo” pero dice la palabra de Dios que hay gozo delante de los ángeles de Dios por uno que se arrepiente, por eso debemos de predicar la palabra de Dios.

Un siervo llamado Oswald Smith dijo: “Tú y yo no tenemos el derecho de escuchar el evangelio dos veces cuando hay personas que no lo han oído por primera vez.” Usted y yo somos privilegiados, gozamos de poder tener la palabra de Dios en nuestro idioma, de poder tener una iglesia de sana doctrina, que trabaja y gana almas. Dios se complace en el cristiano que está trabajando pero que lamentable es cuando hay cristianos que le roban la oportunidad a una personas de que puedan ser salvas porque no estamos saliendo a ganar almas.

2 Pedro 3:9 dice: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. ¿Por qué el Señor es paciente para con nosotros si ya somos salvos? ¿Por qué no dice que es paciente para con los pecadores? Él dice que es paciente con nosotros porque sabe que somos muy tercos, sabe que no queremos predicar la palabra de Dios, sabe que no estamos dispuestos a cumplir con la gran comisión. 

Están terminando sus días misioneros, se va a tomar una promesa de fe, ponga en su corazón que no solamente va a aumentar la cantidad económica, proponga en su corazón que lo que usted va a hacer es dar más de su tiempo para que otras personas puedan conocer y oír el mensaje que les puede salvar siendo predicado por usted. Verá que el ganar almas es algo que trae gozo a nuestra vida, es algo que reconforta, es algo que aviva nuestro espíritu y corazón. Prediquemos la palabra de Dios.

2. Dar la ofrenda misionera

2 Corintios 8:1-5 dice: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;” Debemos de estar dispuestos a dar. Si usted y yo comprendemos y valoramos el sacrificio que otros hicieron en el pasado para pagar el precio de una libertad debemos de estar conscientes y debemos de entender que también tenemos que estar dispuestos a dar nuestro dinero.

Sé que a veces uno piensa que el misionero solamente se la pasa de restaurante en restaurante y si usted cree eso acompáñenos, trabaje con nosotros, vea como es la vida de un misionero y así podrá valorar y tratar más su corazón en dar a la obra misionera.

Para que podamos dar de la manera que los macedonios daban dice la palabra de Dios que ellos rogaban que les dejase participar en la ofrenda para los santos, en la ofrenda misionera y para que usted pueda tener esa actitud usted debe primero darse al Señor. Muchas veces no estamos viviendo de la manera en la cual cedemos el control de nuestra vida a Dios por eso nos pesa dar, nos cuesta desprendernos de lo mucho que Dios nos da. Tenemos todo solamente debemos de ser obedientes a Dios.

Muchas veces tomamos decisiones precipitadas, nos emocionamos pero ore a Dios y pídale sabiduría al momento de llevar esa tarjeta porque no hay vuelta atrás, es un año en el cual va a venir enfermedad, adversidad, pero en todo ese año Dios está con usted y él es fiel y suple. Seamos fieles a Dios. Demos a Dios de todo nuestro corazón, demos lo que le corresponde. La ofrendas misionera no es voluntaria es obligatoria, en Malaquías dice: vosotros me habéis robado y ellos preguntaron ¿en qué te hemos robado? y él respondió en vuestros diezmos y ofrendas hablando de manera plural no en singular, está diciendo en tus diezmos y en tus ofrendas. La ofrenda misionera es obligatoria la cantidad es voluntaria. Proponga en su corazón este año aumentar la promesa de fe, apoye misiones y verá que la recompensa es enorme.

3. Ir a otros lugares

Ezequiel 22:30 dice: Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Dios está buscando alguien que esté dispuesto a ir. No hay edad para ir al campo misionero, no hay edad para rendirse a Dios, lo único que Dios pide es que estemos dispuestos a ir, que estemos dispuestos a pagar el precio.

Colombia no es tan terrible, es un país de habla hispana y sencilla para la obra misionera pero hay países que no tienen ni un solo misionero. Joven si estás dispuesto a ir al colegio a prepararte, ora a Dios, pídele sabiduría de donde tienen que estar. Si este es el lugar donde Dios te quiere, haz lo que debes de hacer en este lugar pero hazlo.

Debemos de estar dispuestos a predicar el evangelio, a dar de todo corazón, a doblar nuestra rodilla y pedirle a Dios que bendiga a los siervos de Dios y que use nuestra vida. Hoy en día hay alrededor de nueve mil millones de personas en el mundo. No hemos evangelizado ni la mitad, yo pudiera decir que ni la cuarta parte y día a día muere gente, el infierno está recibiendo más almas, más gente. Propongámonos hacer algo por el Señor. Si tan solo tuviéramos un plan de evangelismo mundial y si trabajamos en unanimidad mucha gente podría conocer a su Salvador, pero es lamentable ver hermanos peleados, pastores peleados cuando se puede hacer algo por el Señor si todos trabajamos juntos.

¿Qué precio vas a estar dispuesto a pagar para que otros tengan libertad? La obra misionera se completa en que prediquemos el evangelio, en que demos con todo nuestro corazón, que no seamos mezquinos, que propongamos darle a Dios más allá de nuestras fuerzas y estando dispuestos a ir a otro lugar, a predicar en lugares en donde nadie más está. Toma un reto en tu vida y paga el precio por la libertad de otros.